Cada 21 de Junio, coincidiendo con la mágica fecha del Solsticio de Verano, miles de personas se reúnen en Stonehenge, monumento neolítico más famoso del mundo.

Poco se sabe de este conjunto de enormes rocas dispuestas en una forma cuanto menos particular. Un círculo perfecto, trazado con piedras de más de 25 toneladas cada una.

Muchos sostienen que el monumento pudo haber sido un altar en el que se llevaban a cabo multiples rituales. Se han encontrado restos humanos entre sus rocas, y por su distribución, no sería descabellado pensar que pudiera ser un lugar sagrado.

Lo que sí está claro es que su disposición no es casual. Al amanecer tras la noche del solsticio de verano, el sol se alza en el horizonte y sus primeros rayos atraviesan simétricamente el megalito. ¿Casualidad?

El solsticio de verano, la noche más corta del año, ostenta un significado mucho más que casual, tanto que 5000 años antes de Cristo se sabe de su celebración. Culturas como la griega sostenían que esa noche se abría un vórtice para acceder a otros mundos, concretamente, al Olimpo.

Posteriormente, los celtas nos dejaron la tradición de encender hogueras, con la intención de hacer ofrendas a los dioses y ahuyentar a los malos espíritus. Se buscaba asegurar la abundancia en las cosechas y la fertilidad de las mujeres.

Una noche mágica que a todos afecta y a nadie deja indiferente.

Jaime Noguera, Walter Saravia, Doctor Osorio, Antonio Rubio y Alberto Pons.

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